Es la actualización de la funcionalidad mediante la flexibilidad de los componentes funcionales y personalización de las configuraciones de los modos de uso y reutilización de los objetos.
La transitoriedad de los artefactos es la cualidad que surge a partir de entender el mundo como un sistema vivo y continuamente cambiante, donde la cultura material se entiende como una concentración de recursos que ofrece cierto beneficio por un periodo relativamente corto 1. Esto supone que la posibilidad de desarmar los elementos de los artefactos, reorganizarlos y modificarlos es una cualidad superior a la durabilidad de estos.
Walker cuestiona la actual búsqueda de durabilidad de los objetos en su formato estático y no evolutivo. El dominio de la estética orientada a la moda, el énfasis en la apariencia del producto, la trivialidad de la actual definición estética y la falta de la creatividad y búsqueda de soluciones seguras para las condiciones del mercado actual son las razones que impiden al diseño industrial trabajar de forma efectiva en la generación de una cultura material sostenible. La preferencia por el tiempo secular provoca la adaptación de las características estéticas insostenibles e impide el flujo cíclico y equilibrado del tiempo sagrado.
Over the course of the last 100 years, western societies have undergone vast expansions in industrialization and capitalist economics – expansions based on the idea of continuous growth. These changes have spurred developments in technology, promoted “the new” and “the latest”, and escalated the production of increasingly short-lived products. In fact, they have helped promote all the criteria of product transience. […] This system has created enormous advances, variety and benefits, but has also led to unparalleled rates of resource depletion and waste production, and significant social disparities. 2
S. Walker
El enfoque de transitoriedad se vincula con la idea de J. Chapman 3, quien indica que los humanos, sus necesidades y sus gustos cambian continuamente, al contrario de los objetos. Según el autor, esta discrepancia es la causa de la ruptura del vínculo emocional entre el usuario y el artefacto y es lo que provoca el desecho de los objetos todavía funcionales. Así, el consumo excesivo se debe a la falta de la relación emocional entre el usuario y un producto.