En su tesis doctoral, Ann Marchand1 ha analizado a un grupo de voluntarios que modificaron sus costumbres referentes al consumo, en nombre del bienestar, así creando los siguientes cuatro perfiles:

  1. El eco-eficiente. Esta categoría se refiere al consumidor que opta por productos más verdes, pero que no disminuye la cantidad de objetos adquiridos.
  2. El que busca un mundo mejor. Esta clase de consumidores trabaja altruistamente para un «mundo mejor». Se preocupa por la injusticia social, el corporativismo, la inequidad y la degradación ambiental y social y toma en cuenta estos aspectos al momento de la compra. A pesar de que tiende a reducir sus niveles de consumo, consume más que el siguiente tipo de consumidores.
  3. El que se enfoca en la calidad de vida. Corresponde a los consumidores que ven el modo de vida sostenible como forma de mejorar su bienestar, reducen horas de trabajo, se suelen involucrar en iniciativas cívicas, optan por comprar solo lo necesario y están abiertos a cambios en su estilo de vida. En resumen, es el grupo que consume menos que los llamados «mundo
    mejor» o «eco-eficientes».
  4. El involuntario. Hace referencia a los consumidores que usan las ideas del consumo responsable para explicar la reducción de sus gastos, dadas sus limitaciones económicas.