La eficiencia ecológica (eco-eficiencia) añade más valor a los bienes y servicios, reduciendo el uso de los recursos y disminuyendo el nivel de la contaminación ambiental.

El concepto de eco-eficiencia —la idea de producir«más usando menos» para poder satisfacer las necesidades de todos sin sobreexplotar los recursos naturales— se transformó en un paradigma. El término fue divulgado por el WBCSD y defendió que, desde un punto de vista económico, la conciencia ecológica expresada en la idea de eco-eficiencia representaba una oportunidad viable en el camino hacia el desarrollo sostenible. El concepto de eco-eficiencia fue definido como un nuevo modelo de negocios, para que el sector privado implementara las indicaciones del Programa 21.

El World Business Council for Sustainable Development define la eco-eficiencia como una teoría del área de administración de negocios que busca, de manera paralela, los beneficios económicos de la empresa y métodos para reducir el impacto medioambiental:

Eco-efficiency is achieved by the delivery of competitively priced goods and services that satisfy human needs and bring quality of life, while progressively reducing ecological impacts and resource intensity throughout the life-cycle to a level at least in line with the Earth’s estimated carrying capacity. 1

WBCSD

Podría afirmarse que las ideas de reciclaje y responsabilidad ecológica, fundamentadas en la eco-eficiencia, han resultado aceptadas y promovidas por el mundo empresarial. Las corporaciones internacionales han reconocido la validez de tal procedimiento, el cual, les resulta económicamente viable, puesto que reduce la cantidad de materiales utilizados. Desde 1999 existe el Dow Jones Sustainability Index (DJSI), que es el primer parámetro mundial para el seguimiento del rendimiento financiero de las principales empresas orientadas a la sostenibilidad, basado en un análisis de los factores económicos, ambientales y sociales. Su objetivo es evaluar el rendimiento de las 2500 empresas más grandes que cotizan en el Índice Global de la bolsa de Dow Jones, para identificar a los líderes del desarrollo sostenible. Actualmente, las compañías más grandes del mundo adoptan políticas de responsabilidad social y ambiental, siguiendo los indicadores del DJSI, de la Global Reporting Iniciative (GRI) o generando sus propios criterios de evaluación.

Por ejemplo, Walmart ofrece servicios y productos para más de 260 millones de consumidores en 27 países alrededor del mundo; según Forbes, es el detallista más grande del mundo. La compañía, en 2015, fue incluida en el Dow Jones Sustainability Emerging Markets Index como la única empresa en México y aparece como una de las 11 empresas líderes en el sector de autoservicios. En su octavo informe anual, Global Responsibility Report,2 indicaba que Walmart continúa con el desarrollo de las tecnologías de energía renovable, para alcanzar el objetivo de usarlas al cien por ciento para el año 2020. Hoy en día, el 26% de la electricidad de la compañía es suministrada por fuentes renovables. De cara a 2015, Walmart tuvo más de 380 proyectos de energía renovable en funcionamiento o en fase de desarrollo en cinco países.

La compañía también informó sobre las mejoras realizadas en el ámbito de no generar desperdicio para el año 2020 (zero waste), proporcionando soluciones innovadoras para mejorar la gestión de residuos. Walmart Internacional logró disminuir en un 68% la cantidad de los residuos producidos. En los mercados emergentes (Argentina, Brasil, Centroamérica, Chile, México), Walmart redujo la cantidad de desechos alimenticios en un 11%. De igual forma, Walmart ha trabajado en proyectos que redujeron más de 17,4 toneladas métricas de emisiones de GEI de la cadena de suministros a finales de 2014. En México, esta empresa tiene 450 plantas de tratamiento de agua, reutilizó 718 millones de litros en el 2010, recicló 66% de su basura y trabajó con 120 proveedores para reducir significativamente el material utilizado en los recipientes de al menos 1,500 productos que se venden en sus establecimientos. 3

Otro caso interesante es el de Nestlé S.A (con una puntuación total de 89 puntos sobre 100 en el DJSI), la compañía transnacional agroalimentaria más grande en el mundo, que cuenta con ventas anuales que sobrepasan 92 mil millones de USD y con 442 fábricas en 194 países. En su informe, Nestlé in Society,4 basado en las directrices y los indicadores de Sustainability Reporting Guidelines de GRI, indica que, al final del año 2014, la empresa redujo 52% el vertido de agua por tonelada de producto en comparación con el año 2005. La compañía ha reducido un 26% el consumo de energía por tonelada del producto desde 2005 y en 72 de sus fábricas han alcanzado el nivel cero de residuos. Adicionalmente, la empresa informa resultados positivos en los programas de nutrición, derechos laborales y sensibilización sobre cuestiones de trabajo infantil.

Sin embargo, fue el representante de grupo Nestlé S.A, Peter Brabeck-Letmathe, quien en 2013 consideró que se debería privatizar el suministro de agua. Al mismo tiempo hay que recordar que Nestlé S.A es uno de los tres líderes mundiales en venta de agua embotellada y México ocupa el primer lugar en el consumo mundial de esta.5

El concepto de eco-eficiencia, aunque promovido por el mundo empresarial, no ha generado los resultados ambientales esperados. Las evidencias indican que los beneficios medioambientales de las mejoras tecnológicas en la eco-eficiencia del producto y en los procesos de producción han sido superados por un aumento general en el consumo.

Las emisiones de dióxido de carbono siguen creciendo, tanto en valor absoluto como per cápita. Según las estadísticas del Banco Mundial (BM), las emisiones de dióxido de carbono han incrementado en 55.8% entre el año 1970 y 2010.6 Según Living Planet Index,7 del World Wide Fund For Nature (WWF), la biodiversidad mundial ha disminuido un 30% entre 1970 y 2008. El crecimiento de la población y del consumo son las dos principales causas de esta pérdida. En el informe del año 2012, el WWF indicó que la demanda de recursos naturales se ha duplicado entre el año 1966 y el 2010 además de que la humanidad usa el equivalente de un planeta y medio para desarrollar sus actividades. Se estima que en el año 2050 se necesitará el equivalente de tres planetas para satisfacer las necesidades del desarrollo. Además, los países de altos ingresos tienen una huella ecológica cinco veces mayor que la de los países de bajos ingresos.

McDonough y Braungart, autores de Cradle to Cradle, en su texto del año 1998, 8 indicaron que la causa principal de este problema es que la eco-eficiencia, en lugar de disminuir la huella ecológica de la producción industrial, solo aminoró la responsabilidad y el temor de los productores, diseñadores y consumidores frente a la evidente crisis ambiental del presente, propiciando una consciencia errática de que la situación estaba cambiando.

John Thackara, en su libro titulado In the Bubble. Designing in a Complex World, cita varios ejemplos de la insuficiencia del concepto de eco-eficiencia y nombra como causas principales la lentitud de los cambios empresariales ante el crecimiento de la oferta y la demanda del consumo de los bienes, la inadecuada distribución de la información y la falta del pensamiento sistémico y compresión holística del concepto de sostenibilidad.

Frente a tasas de crecimiento exponencial de la producción no hay “revolución de la eficiencia” que aguante el tirón. No bastan por tanto las soluciones tecnológicas; hacen falta cambios económicos estructurales y profundos cambios de valores. Es decir, suficiencia y justicia además de eficiencia. El desarrollo sostenible no es un asunto de mejora incremental u optimización de lo existente: se trata de un salto cualitativo hacia otro orden socioeconómico y socioecológico. 9

J. Riechmann

La eco-eficiencia y el concepto del bienestar basado en el aumento del consumo, son conceptos limitados, mercantilistas y unilaterales. El concepto de suficiencia, se vuelve primordial para el desarrollo sostenible.